Hubo en la noche de ayer muchos pies fríos sobre el empedrado del casco viejo placentino, pero la ocasión lo merecía. El ultimo día de rodaje se fraguaba con la utilización de la práctica totalidad del equipo artístico (salvo los grandes y principales Boquique y Boquica,) y técnico (aquí sí estaba Boquique transmutado en el cámara-iluminador-mcgyver José Luis Florez), el despliegue siempre arrollador de Agustín Fontánez y ayudante (que para sus labores utilizó un salón del “Blues Mary”, al que desde aquí agradecemos ya su colaboración), con la caracterización de siete actores, y la localización de las calles viejas de Plasencia como una apoteosis final.
El sueño llegaba a su fin. El proyecto urdido en las calenturientas cabezas de Isra y Rume, y gestionado entre los discretos canchales de Valcorchero alcanzaba un desenlace con tintes de gloria en el entramado urbano de Plasencia.
Los equipos preparados, los actores caracterizados, el publico expectante, luces, cámara, claqueta, y los directores gritando por fin ¡acción!
Pero antes, los cascos de los caballos del caballista Chema, resonaban en las piedras, cuando los protagonistas de la tarde llegaban trotando, entre chispas, ante el público que sorprendido paraba ante el cañón del palacio del marques de Mirabel.
Luego, con un paseo triunfal por la calle Zapatería y la plaza Mayor los caballeros ataviados de época llegaban a la principal localización.
La calle Encarnación regresó al siglo XIX; con el eficaz repaso de los directores, ayudados por el mágico trastero del abuelo de Rumenige, el barro, la paja, y la colaboración municipal (borrando alguna de las pintadas de las fachadas, ese “mal de la piedra” del siglo XXI), y asimismo las colaboraciones generosas desde los dos lados de esta singular calle placentina (Convento y Seminario).
Y de entre la niebla -ficticia de los inventos de Mcgyver- surgió la imponente presencia de Gordón y su secuaz para concluir la escena en el bello porticado del Convento de las madres dominicas y rematar este corto que tan difíciles y emocionantes momentos nos ha deparado a los miembros de la asociación 24 F.
En una fría noche de Noviembre, “Boquique”concluyó, entre aplausos, su particular leyenda del siglo XXI.
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